viernes, julio 17, 2009

Un año más, para el gran maestro Toledo



Hoy 17 de julio el pintor juchiteco, Francisco Toledo, cumple un año más de vida.
A pesar de que siempre anda con su greña despeinada, con sus huaraches pata de gallo, con su andar despacito, así, tímido, sencillo, siempre caminando por el centro histórico, casi siempre solitario, Francisco Toledo, nunca pasa desapercibido.

Propios y extraños lo vemos pasar y repasar las calles de camino al IAGO, ayudando a los demás, haciendo gala de ese título que se ha ganado a pulso el de “maestro”,… por que Francisco Toledo es un gran maestro, no solo de la pintura es un maestro de humildad, de solidaridad, de lucha, de valentía. Igual denunciaba la apertura de un negocio de comida rápida en el centro histórico, que apadrina a niños hijos de presos Loxichas,
Feliz cumpleaños, maestro…
Jaquelina Escamilla Villanueva

Biografía
Francisco Benjamín López Toledo nace el 17 de julio de 1940 en Juchitán, Oaxaca. En los cincuentas, inicia sus estudios artísticos en la gráfica, en el taller de grabado de Arturo García Bustos. Posteriormente ingresa al Taller Libre de Grabado de la Escuela de Diseño y Artesanías, del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), en la ciudad de México. En 1959 exhibe sus obras en la Galería Antonio Souza y en el Fort Worth Center, en Texas.
Toledo es considerado uno de los mejores artistas vivientes de México, experto impresor, dibujante, pintor, escultor y ceramista. Su arte y plástica refleja una gran apreciación por la estética de la naturaleza, particularmente la de animales que no son convencionalmente asociados con la belleza (murciélagos, iguanas, sapos, insectos). La visión moral de Toledo afirma que el mundo de los humanos y el de los animales son uno con la naturaleza. Toledo muestra un sentido de lo fantástico muy bien desarrollado al crear criaturas híbridas, parte humanas y parte animal, a la vez monstruosas y juguetonas, sus hermosos papalotes, libretas artesanales, máscaras, joyería e intrínsecos grabados son otra muestra de su genialidad.
El artista zapoteco se ha dedicado a promover y difundir la cultura y las artes de su estado natal, Oaxaca, donde actualmente reside. Con apoyo de otras instituciones funda en octubre de 1997 el Taller Arte Papel Oaxaca, instalado en la antigua planta hidroeléctica "La Soledad". Dentro de este contexto, fundó Ediciones Toledo, que en 1983 publicó su primer libro, y en 1988 creó el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), también el cine Club “El Pochote”, el Centro Fotográfico “Manuel Álvarez Bravo”, la Fonoteca Eduardo Mata. A iniciativa suya se abre el 20 de marzo del 2006 CASA (Centro de Artes de San Agustín) en Etla, Oaxaca en donde se estudia fotografía, gráfica digital, diseño textil, educación a distancia, la preservación del patrimonio y el arte, enfocados también al medio ambiente. En 2005 recibe El Premio al Sustento Bien Ganado por dedicarse a la protección y mejora de la herencia, ambiente y vida de la comunidad de su natal Oaxaca. Hay obras suyas en los Museos de Arte Moderno de México, París, Nueva York y Filadelfia, en la New York Public Library, la Tate Gallery de Londres y la Kunstnaneshus de Oslo, entre otros. Ha ilustrado varios libros, y ha participado en numerosas exposiciones colectivas e individuales en ciudades como Nueva York, Londres, París, Ginebra, Oslo, entre otras.
Desde pequeño Francisco Toledo demostró una especial habilidad para el dibujo, y su padre alentó esa temprana tendencia al ceder a sus colores las paredes de la casa. Su abuelo Benjamín, zapatero del pueblo de Ixtepec, multiplicó su imaginación con salidas campestres en busca de resina vegetal, perladas de relatos populares en los que los seres fantásticos se entremezclaban con todo tipo de animales y personajes legendarios
A los once años se instaló en la ciudad colonial de Oaxaca, para cursar la escuela secundaria. Y después en México, D. F., para tomar clases en el taller de grabado de la Escuela de Diseños y Artesanías, con la experiencia de haber realizado sus primeros grabados en el taller oaxaqueño de Arturo García Bustos. Con apenas diecinueve años, expuso sus obras en México y en Fort Worth (Texas).

El gran contraste y el mestizaje enriquecedor se produjeron entre 1960 y 1965, cuando Toledo vivió becado en París para estudiar y trabajar en el taller de grabado de Stanley Hayter. A los tres años de estar en Europa presentó su primera muestra en una galería parisiense; un año más tarde expuso en Toulouse, pero también en la Tate Gallery de Londres, con catálogo escrito por Henry Miller, y en Nueva York. En Francia fue reconocido en seguida como un artista singular, especialmente celebrado, como escribió André Pierre de Mandiargues en 1964, por su «desarrollo de lo mítico» y su «sentido sagrado de la vida».

Regresó a México con una técnica pictórica depurada que no dejaría de enriquecer, así como con la influencia de ideas plásticas de artistas de distintas escuelas europeas, como Alberto Durero, Paul Klee o Marc Chagall. Aunque, en realidad, su mayor influencia provino de los códices que recogieron los símbolos prehispánicos: con todas sus formas rabiosamente contemporáneas, el artista será un tlacuilo, un moderno e ilustre pintor de códices, y un chamán dispuesto a purificar el espíritu para devolver el goce al cuerpo.

A partir de entonces se dedicó a crear febrilmente, y sus exposiciones se multiplicarían de Nueva York a Tokio, de Oslo a Buenos Aires, y siempre en Oaxaca. No obstante, los críticos consideran que nunca se ha preocupado de promover su obra, y mucha de ella pasa directamente a manos de coleccionistas que la adquieren por adelantado. No en vano, en octubre de 2004 presentó su primera exposición en diez años, «Pinturas recientes de Francisco Toledo», en la Latin American Masters de Beverly Hills, California.
FOTOS: cortesia de FELIX REYES

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